miércoles, 28 de marzo de 2012

¡¡DESPIERTA!!

Los despertadores son unos objetos a los que todo el mundo odiamos por llevar a cabo su labor, o simplemente por el mero echo de existir.

Suelen ser los que nos despiertan cada mañana, los que nos impiden llegar tarde a los sitios... y lo único que reciben a cambio son golpes al punto de la mañana, malas caras y un millón de culpas sin motivo, ya que nuestros retrasos siempre son culpa del despertador; con la típica frase de:
- Es que no me ha sonado el despertador...
O también:
- Se me ha estropeado el despertador...
Y similares.


De todos modos, todos tenemos cierto cariño hacia los despertadores, por mucho que nos cueste reconocerlo.
Son lo primero que vemos cuando nos despertamos, los primeros que nos dan los buenos días con ese pitido tan insoportable y a su vez tan caracteristico...

Por no hablar de ese acto inconsciente que realizamos todas las mañanas de "APAGAR Y SEGUIR DURMIENDO", en ese momento es como si pensásemos que el mundo se va a parar a la vez que el despertador, pero NO es así, si te duermes te duermes, y ya está.
De todas formas, para gustos los colores. Hay gente que oye el despertador y salta de la cama, o incluso se despierta antes de que suene, a otros "nos gusta" dejarlo sonar una y otra y otra vez... (o como yo lo llamo: apurar la hora de sueño hasta el último momento; que es muy diferente), y luego están los que ni siquiera lo oyen (donde también me podría incluir muchas veces).


En otras ocasiones, como los fines de semana por ejemplo o también  a diario, son las madres las que actúan de despertador, aunque en este caso la situación cambia, ya que no es un pitido desagradable, aunque eso no quita que alguna que otra vez se lleven una mala cara.

Por eso hoy quiero pedir perdón a todas las madres del mundo que actúan como despertador (en especial a la mía), no os lo toméis como algo personal, nuestra mala cara sale automáticamente al despertamos, no es que lo hagamos aposta, solo es que, aunque al que madruga Dios le ayuda, al que hace madrugar no le ayuda tanto.
Y es que... ASÍ ES LA VIDA.

sábado, 24 de marzo de 2012

PERDONE SEÑOR/A... ¿CÓMO QUIERE EL CAFÉ?

Juntarse en familia, con los amigos, con un grupo de conocidos de siempre, en un encuentro ocasional...
Está claro que lo mejor es la compañía, pero uno de los momentos más divertidos (por lo menos a mí me lo parece) es a la hora de pedir el café.

El momento del café es cuando se vuelve loco al camarero (si decidistéis no tener que poner la casa patas arriba) o al anfitrión depués de una estupenda comida (si este es un valiente temerario que no le importan las consecuencias que puedan surgir a continuación, como pueden ser las montañas de cacharros que se forman sobre el fregadero, el tener que volver a poner todo en su sitio tras haberlo movido por motivos de espacio... ).

Os preguntaréis por qué me hace gracia la simple hora del café.
Muy sencillo, hay millones de cafés diferentes y el que le gusta a una persona no le gusta a otra, siempre serán diferentes aunque sea solamente por la cantidad de azúcar que se le ponga.

Puede ser solo, largo, corto, con leche, con hielo, descafinado, con azúcar, con sacarina, templado, ardiendo, de máquina, de sobre, cortado, con alcohol (coñac, whisky, baileys...) ... eso sin tener en cuenta la infinidad de combinaciones que se pueden llegar a hacer: solo con hielo y sacarina, descafeinado de máquina con azúcar, cortado descafeinado de sobre con hielo y dos de azúcar (¿se puede ser más complicado?) ...

¡Ah, por cierto!
Algunos camareros que creen conocer a sus clientes, se toman la libertad de prepararles su café sin preguntar en cuanto los ven aparecer por la puerta.
Admiro su capacidad para memorizar, pero... ¿Y si ese día te apetece cambiar? ¿Te conformas? ¿Le dices que te lo cambie? ¿QUÉ HACES?

A mí como no me gusta el café, lo tengo más sencillo: leche o batido de chocolate.
Además, así me queda tiempo para ver el numerito del café que es de lo más entretenido, sobre todo cuando se trata de un grupo muy grande.

 Y a tí ¿cómo te gusta el café?

martes, 13 de marzo de 2012

ABREFÁCILES O ABREDIFÍCILES... ESA ES LA CUESTIÓN

¿Qué ocurre cuando vas a buscar una caja de leche para desayunar y te encuentras en lugar de un tapón una línea de puntos en la que pone "ABRIR AQUÍ"?

Pues bien, son los llamados abrefáciles, aunque... más que ayudarte a abrir el bote, lata, botella, etc... lo único que hacen es dificultar más su apertura; por lo que al final terminas cortando con unas tijeras o un cuchillo por cualquier parte.

Hay muchos tipos de abrefáciles a cual más extraño.Te puedes encontrar desde el típico papel sellado por los esquinas, hasta una anilla metálica de la que "se supone" que hay que estirar... Resumiendo, la gente se molesta tanto por no perder las cosas en su transporte, que luego a la hora de abrirlas en casa es todo un reto.

Aunque el peor abrefácil es, sin ninguna duda, ese plastiquillo rojo que envuelve todos y cada uno de los paquetes de galletas, de los que hay que estirar para abrirlos. Resulta que ese "abrefácil" es difícil hasta de encontrar su extremo, ya que cada vez se acercan más a la parte central de la caja (yo hasta he llegado a pensar que lo hacen aposta para obligarte a comer todas las galletas que se quedan fuera y así terminar antes la bolsa para tener que comprar más; como estrategia, sinceramente, es buenísima).


Después de muchas horas perdidas en busca de abrefáciles inexistentes he llegado a una conclusión: volver a la vieja usanza de cuchillo y tijeras, ya que a la hora de la verdad, es lo más rápido y realmente lo más fácil y eficaz.

martes, 6 de marzo de 2012

ZAFARRANCHO DE COMBATE

El otro día estuve haciendo en mi habitación lo llamado limpieza general, esa limpieza que consiste en limpiar cada uno de los rincones de tu cuarto (los que se ven y los que no se ven) incluidos armarios, cajones, escritorio... y que solamente oír hablar de ella te pone los pelos de punta.

             

La verdad es que es toda una experiencia, ya que además de montones de polvo, cuadernos de cursos anteriores y "cacharros" que no sirven para nada... también aparecen cosas de las que ya dudabas de su existencia y hasta dabas por perdidas.

La limpieza suele tener cinco fases, al menos la mía las tuvo:
1: Empezar a sacarlo todo sin sentido alguno.
2: Tirar todo lo que te parece que no vas a utilizar.
3: Comienzas a ver que la cosa no avanza y empiezas a pensar que te vuelves loca/o.
4: Te empiezas a desesperar y optas por guardarlo todo cuanto antes.
5: Respiras ondo y contemplas orgulloso/a el trabajo bien hecho (Por lo menos mientras dure).

BUENA SUERTE A TODOS A LOS QUE SE OS OCURRA HACER ZAFARRANCHO DE COMBATE, Y... ¡ÁNIMO! QUE LA RECOMPENSA MERECE LA PENA (o al menos eso dicen...).