El otro día, rebuscando por las estanterías de mi casa así
como quién no quiere la cosa encontré un libro de lo más extraño, bueno…
extraño lo que se dice extraño no era… pero yo para nada era conocedora de su
existencia.
Después de mirarlo varias veces y del impacto de la primera
impresión he de decir que hay millones de cosas que ni siquiera se nos han
podido pasar por la cabeza, por ejemplo, lo de llevar algo cuando vas a una
casa como invitado, a primera vista parece que es lo correcto, pero según este
estupendo libro parece que es de mala educación, porque claro, por una parte el
anfitrión se siente “obligado” a sacarlo y, en el caso de los postres, puede
que ya haya algo preparado y se quede en la cocina o sobre gran parte de él. A
mí este consejo me sorprendió mucho porque parece que en realidad es lo
correcto, pero luego lo piensas y tiene toda la razón.

O esas pequeñeces tan insignificantes como no apoyar los codos sobre la mesa… o no comer con la
boca abierta… o no hablar con la boca abierta… o incluso no sorber la sopa,
parece una tontería, pero puede ser uno decisivo para causar una buena o una
mala impresión.
Y es que esto de la buena educación y el protocolo es todo
un mundo que muy poca gente conoce a la perfección, pero que con unos cuantos puntos clave, puedes tener la mejor carta de presentación.
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