Tenemos miedo, sí, aunque a veces nos cueste reconocerlo o
nos dé incluso vergüenza asumirlo, pero así es.
Es cierto que hay gente más miedosa que otra, o es posible
que simplemente se traten de miedos distintos… por ejemplo, se puede tener
miedo al ridículo escénico, miedo a ir solo por la calle cuando es de noche,
miedo a probar nuevas experiencias… nunca se sabe, seguro que hay miedos
comunes a todas las personas y otros, pues totalmente insignificantes a los
ojos de un extraño, pero realmente difíciles para cada cual al que afecten.
Seguro que alguna vez os han dicho eso de… “escribid
vuestros miedos en un papel y luego quemarlo… ya veréis como así desaparecen… ”
(o soluciones por el estilo). Yo, sinceramente, no pienso que el hecho de tener
miedo sea malo siempre que sepamos controlarlo. Tener miedo en ocasiones nos ayuda a poner mas cuidado al tomar nuestras decisiones, nos impide ponernos en peligro, y muchas veces son la causa de nuestras alegrías por haberlos superado.
No hace mucho escuché una frase que decía:”TENER MIEDO SÓLO
SIGNIFICA QUE HAY ALGO QUE PERDER”, y es por eso que muchas veces deberíamos pararnos a pensar si merece la pena tener miedo, es posible que muchos de ellos desaparezcan al pensar si realmente es necesario perder oportunidades por esa simple inquietud; y si por el contrario nos parece que no pasa nada por tener miedo podremos levantar la cabeza y buscar una solución mucho más tranquilos.
De todas formas, no hay que tener prisa, en el momento en que estemos preparados para superar algo, lo haremos sin darnos cuenta. Por ejemplo, cuando de pequeños teníamos miedo a cruzar la calle solos y dábamos la mano a nuestros padres para que nos protegiesen y sin embargo hoy ya no tenemos miedo a un semáforo, de hecho nos parece una tontería.
¿Miedo? Sí, pero en su justa medida.
¿Miedo? Sí, pero en su justa medida.