El pueblo es... quizá os parezca raro... pero es posible que sea lo más parecido a una droga.
Sí, así es, a una droga, ¿por qué? Ahora mismo os lo explico...
Es un lugar en el que no cuesta nada entrar, pero creerme, salir de allí es lo más difícil que pueda existir.
Cuando estás allí piensas qué sería de tí sin ese trocito de mundo y se te olvida todo lo demás, y cuando no estás, sientes ese vacío y te entran unas ganas inmensas de llenarlo con una visita en poco tiempo.
Quizá haya sido un tanto descabellado compararlo con una sustancia tan perjudicial para nuestro cuerpo, pero era con la cosa que más similitudes tenía respecto a efectos secundarios.
Aunque debo decir que realmente no se parece en absolutamente nada, permitirme rectificar y empezar de nuevo...
Vives en él gran parte de tu vida, ves crecer a los de tu entorno y ellos te ven crecer a tí, de hecho creces con ellos. Cada momento lo recuerdas como bueno y si hay malos... pues con el tiempo se te olvidan.
¿Qué tendrá el pueblo que nos gusta "tan poco"?
Será culpa de su gente, de su tranquilidad, de esa gran familia que llega desde el primer campo hasta la última piedra... No tengo ni idea.
Por el momento solo sé que esos pocos kilómetros cuadrados crean verdadera adicción y para qué nos la vamos a quitar... si hace más bien que mal y, después de todo... es tan sana...
No hay comentarios:
Publicar un comentario